lunes, 28 de marzo de 2011

¡Va por ti!

Por Ángeles Álvarez Moralejo

Nunca hay un gran evento sin el reconocimiento del mismo. Esa es la razón por la que me voy a tomar el atrevimiento de hacer esta arenga al concepto que nos une: LA AMISTAD.


No podía quedar mi blog vacío en una fecha como la de hoy, cuyo protagonista es mi más asiduo lector: SALVA.


Mi intención no era la de hacerle un perfil a nuestro amigo, pues sobraría todo lo que yo pudiera decir de él y que todos los que estamos aquí no sepamos, sin embargo, creo que la situación lo requiere.


Cuando uno no posee grandes cosas en la vida, como es mi caso, refiriéndome a lo material, claro está, nos aferramos a todo aquello que nos mantiene en pie: los valores humanos. Pues bien, esos valores que nos inculcaron en aquellas catequesis aburridas e impuestas en el centro de la iglesia de nuestro pueblo, digo impuestas porque si por nosotros hubiera sido, habríamos preferido haber estado cogiendo renacuajos en el regato, o pescando sardas en el Puente de Hierro o, haciendo picias en el Pajero o en la Segunda Alcantarilla, ya que a la tercera, al menos a las niñas se nos tenía prohibido poner un pie (nunca he sabido por qué) o fumando un cigarrillo, a hurtadillas, en el Cubeto. Quisiéramos o no, teníamos que asistir con puntualidad a las mismas para evitar males mayores por parte del cura de turno, claro que eran otros tiempos.


Ahora echando una mirada retrospectiva me doy cuenta de que todos aquellos valores que nos inculcaron, son los que se concentran en un buen amigo: el altruismo, la generosidad, el respeto, la entrega, la bondad, la sinceridad, la empatía.


¿Cómo hemos ido consiguiendo esto? Pues con la convivencia, los juegos, las excursiones, las noches, las madrugadas, las juergas, las borracheras, los viajes, los cafés, las partidas, los paseos, los bailes, las fiestas, las peñas, las chocolatadas, los disfraces, las comilonas, etc.; con todo aquello que carece de angustias y problemas. No obstante, también está la otra cara de la moneda y no debemos olvidar, al mismo tiempo, todos esos momentos angustiosos, tristes o agobiantes que nos han unido aún más, si cabe.


Dicen que a los amigos se les elige, sin embargo en nuestro caso no tuvimos demasiadas oportunidades, al pertenecer a una comunidad consabidamente pequeña. Nos unió la edad, la necesidad y, principalmente, supongo, la afinidad de caracteres ¿o no?


Nuestra familia de amigos se ha ido enriqueciendo con otros muchos que, por diferentes razones, se han ido uniendo al grupo. Todos han sido y seguirán siendo bienvenidos. Aquí debo añadir que no estamos todos los que somos, ni éramos, ni seremos; pero sí una importante representación, y aquellos que no están, para nosotros es como si estuvieran, puesto que la buena amistad se conserva eternamente tanto en la presencia como en la ausencia (por dura que esta sea)



Por último, Salva, muchísimas gracias por hacer que un día tan mágico como hoy nos hayas hecho dejar todo para compartir estas horas juntos. Para los amigos siempre hay tiempo.



Me gustaría que esto fuera una especie de manifiesto para institucionalizar esta fecha u otra aproximada y que cada año aprovecháramos el equinoccio de primavera para reunirnos, antes de que nos marchemos para Pimpanilla.

0 comentarios: