jueves, 9 de junio de 2011

Insomnio

Por Ángeles Álvarez Moralejo


Jamás pensé en escribir nada en lo que se refiere al tema de los DRY, simplemente porque es un tema del que habla y escribe todo el mundo y yo, humildemente, no tendría nada que decir al respecto, sin embargo creo que no puedo dejar mi blog vacío de semejante notición.




¿Cuál ha sido el motor que me ha animado a ello? Pues una noche de insomnio, debido a la juerga que montaron ayer frente al Congreso de los Diputados. Cuando quería llegar a mi casa después de mi jornada laboral, me fue imposible acceder siquiera a la calle pues había una muralla de policías equipados y armados como si su función fuera la de contener a una masa humana, cuando lo que tenían enfrente era un grupo insignificante de personas (digo insignificante, sin intención de ofender a nadie, pero no llegaría a unas 800 personas) ¿Cómo puede el gobierno mover a tantos agentes para sofocar una minimanifestación indefensa que se limita a gritar y predicar el pacifismo? Es otra de las paradojas de la vida que me hacen reflexionar, pues a todos esos policías los pagamos entre todos, como si no hubiera nada mejor en lo que invertir nuestros impuestos.



Los manifestantes, a pesar de parecer un grupo de radicales e intransigentes, tienen sus razones para llevar a cabo las acampadas que vienen realizando desde el pasado día 15 de mayo. Ese día, cuando volvía a mi casa después de celebrar mi cumpleaños, al pasar por la Puerta del Sol, pensé que se trataba de un nuevo botellón, afincado en el Km O ¡Lo que faltaba! Sin embargo al día siguiente me enteré de que los jóvenes habían estallado contra las instituciones debido a su precaria situación económica y pensé ¡Ya era hora!, pues en este país nos limitamos a quejarnos en “petite comité”, pero no movemos baza para enfrentarnos a aquello que nos daña.



Durante la primera semana, tenía que hacer un gran rodeo para volver a mi casa, dado que a esa hora se convocaba cada vez más gente a fin de generar una protesta reivindicativa más numerosa.



Las dos primeras semanas fue en aumento y Sol ya parecía un suburbio de chabolas que contenía a los inconformistas. Practicamente el acceso a esa plaza era imposible. Se habían organizado de tal forma que todo el mundo pensaba que conseguirían sus objetivos. La realidad ha sido diferente, hasta el momento al menos, y poco a poco han ido desapareciendo las tiendas de campaña (supongo que Decathlon ha hecho su agosto) y disminuyendo el grupo ostensiblemente. Las autoridades hacen la vista gorda, incluso (permitidme esta libertad pues la proximidad hace el cariño) los propios policías que los custodian, que no vigilan, han establecido cierta relación con ellos, por supuesto de amistad, imagino que algunos también de admiración, aunque su uniforme les impida expresarse abiertamente. Claro, son muchos los días que vienen compartiendo el mismo espacio y ¿las mismas inquietudes?



Cuando la lluvia los ha ido remitiendo a sus casas (por algo comenzaron a acampar el día de San Isidro, al que los labradores imploran la presencia del agua para sus cosechas. Este santo nunca falla), ayer decidieron quemar su último cartucho: Acampar frente al Congreso, pienso que es algo más de lo mismo, pierden el tiempo, pues nadie hace ni hará nada por ellos ni atacándoles ni defendiéndoles, es una pena pues la mayor parte de los que los representan en la Cámara han sido votados por toda esta gente. ¿Por qué? Pues sencillamente creo que porque sus reivindicaciones son un poco estúpidas, (perdón, utópicas), me refiero al nombre de su movimiento DRY (Democracia Real Ya) ¿Nadie les ha dicho que ya vivimos en democracia y que ésta ha costado mucho sudor y lágrimas para conseguirla? Deberían reivindicar otras cosas más convincentes, de esta manera el apoyo social sería increíblemente masivo.



Espero que no estén otro mes acampados frente al Congreso, de otra forma me veré obligada a emigrar a otro país como hacen los jóvenes más avezados que prefieren hacerlo a dormir en una tienda de campaña, consiguiendo únicamente levantarse con dolor de lomo, si no de cabeza, a pesar de saber el riesgo que corren de ser cobayas de los pepinos asesinos.

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