domingo, 9 de octubre de 2011

En ocasiones veo Dracónidas

Por sysifus

... Pero no ayer. Este Madrid, en el que las estrellas se olvidan de salir, como diría Sabina, no es lugar propicio para contemplar tal tipo de manifestaciones. El avistamiento de meteoros fue entorpecido por la contaminación lumínica, incrementada esta vez por la luna casi llena y quizás también por la proliferación de smartphones. Y esa capa parduzca que protege a los madrileños de los perniciosos efectos del aire puro de Guadarrama tampoco ayudó. Más que lluvia de estrellas lo de anoche fue un tímido chispear.

Las Dracónidas, al igual que las Perseidas o las Leónidas, se producen cuando la Tierra se cruza con los restos que un cometa va dejando detrás. Es decir, que el fenómeno, más que a la lluvia, se asemeja al paso a mejor vida de insectos estampándose en los parabrisas. Me pinto solo vulgarizando un espectáculo que fascina desde tiempos inmemoriales, y que no ha sido explicado hasta hace bien poco. Cuántos presagios y deseos se formularían antes de saber que las estrellas fugaces no eran sino la ardiente estela de diminutos granos de arena.

martes, 4 de octubre de 2011

Neutrinos y manzanas

Por sysifus

Si tomásemos al pie de la letra algunas noticias de los últimos días, podríamos llegar a la conclusión de que el 22 de septiembre, a la hora del desayuno, un grupo de aguerridos neutrinos partieron raudos desde las instalaciones del CERN en Suiza y, atravesando algún que otro macizo montañoso, aparecieron antes de tiempo en un Instituto de Física en Italia, a más de setecientos kilómetros de distancia. Se les esperaría a cierta hora y habrían llegado con unos cuantos nanosegundos de antelación. Si alguien desde la meta hubiese podido observar la salida, los neutrinos ya estarían en su destino antes de haber podido verlos arrancar.


En realidad no ocurrió de un modo tan novelesco. Todo esto de los neutrinos más rápidos que la luz es un resultado inesperado después de tres años de mediciones que hay que seguir analizando. Sí es verdad que, de confirmarse, este hallazgo entra en conflicto con lo que cabría esperar según la teoría de la relatividad. Ciertos medios, sin embargo, han decidido dar rienda suelta al sensacionalismo con prosas de lo más delirante, haciendo mofa y escarnio de Albert Einstein y dando por muerta y enterrada la teoría de la relatividad. Puestos a tomarse a chufla este tema, yo hubiera optado por decir que los neutrinos iban dopados, o que se saltaron el límite de velocidad aprovechando que en los Alpes no hay radares.


Al fin y al cabo —rematan algunos delatando su desconocimiento— eso de la relatividad es sólo una teoría. La polisemia es peligrosa: todo el mundo sabe que un gato puede ser un felino o una herramienta. Pero no es muy conocido el hecho de que el término "teoría" tenga dentro del plano científico una acepción diferente al que solemos darle en la calle, donde oscila entre la intuición, la corazonada o la elucubración. Y todos sabemos la cantidad de veces que la frase "tengo una teoría" significa en el fondo "no tengo ni pajolera idea pero a pesar de no contar con ningún argumento voy a sacarme de la manga algo pintoresco".


En ciencia, definitivamente, una teoría es otra cosa. Se trata de un conjunto de herramientas con las que comprobar, entender y predecir una parte de la realidad. Y decir que algo es "sólo" una teoría científica no tiene sentido alguno, porque no hay nada por encima. La teoría de la relatividad, aunque todos hemos oído hablar de ella, es totalmente desconocida e incomprensible para el gran público, y la mayoría de los sucesos en los que se aplica también. Hay excepciones, como la de sistema de navegación GPS, que utiliza ecuaciones relativistas. Pero, en general, la multitud de situaciones en las que la relatividad ha demostrado su exactitud nos es ajena.


Precisamente por lo lejano de sus conceptos, la tarea de divulgación debería realizarse con cautela y tratando de transmitir cómo funciona la ciencia. La mecánica de Sir Isaac Newton y su manzana sigue siendo correcta en las parcelas en la que se aplicaba allá por el siglo XVII, pese a la relatividad. Y, de igual forma, si gracias a los neutrinos de marras se llegase a desarrollar una nueva teoría que ampliase o incluso sustituyese a la relatividad, esta última no dejará de ser válida donde lo era antes de ayer. Los navegadores GPS nos seguirán llevando al lugar correcto, y las manzanas continuarán cayendo de los árboles.