viernes, 15 de junio de 2012

Trueque y estraperlo

Por Ángeles Álvarez Moralejo



Tras oír las noticias de la mañana y comprobar que al contrario de animarnos, nos provocan más incertidumbre, se me ha plantado en la cabeza la palabra “trueque”.

Sí, seguramente, debido a mi ignorancia en términos económicos por más que me esfuerce en poder comprender todo lo que pasa con la prima de riesgo, con la caída de los bancos, con el tema del rescate, etc.;  sea  la única solución a la situación actual de España. ¿Tendremos que volver al trueque? Probablemente esto no deberíamos descartarlo y tengamos que volver a intercambiar objetos o servicios sin lo que nació, como una panacea, para solventar los problemas económicos a tanta gente que soñaba con una vida paradisíaca y que se llamó “Euro”: “Te doy unas gallinas por una zafra de aceite”, “Te doy un cordero a cambio de que me hagas unas sandalias con su piel”, “Te doy un chorizo por unas aspirinas”… ¿Qué nos darán a los profesores a cambio de nuestras lecciones? 

Por otro lado no debemos obviar otra palabra importante en este tema y que, según mi opinión, es el origen de ese futuro “trueque”. Es el “estraperlo”, término que no será futuro, sino que ya es presente.  Situación a la que nos están llevando los diferentes gobiernos que engloban esa entidad “mágica”, llamada Unión Europea. 

Al contrario del trueque, que surge de una necesidad vital a falta de recursos económicos y básicos para la vida de cualquier mortal, el estraperlo viene provocado e impuesto por la falta de gestión y compromiso social de nuestro gobierno. Claro, si los bancos caen, corro el riesgo de quedarme sin los ahorros que tanto me ha costado reunir. También es una actitud lógica  (o necesidad vital, llamémoslo como queramos) que lo saque y lo meta debajo de una baldosa de mi habitación, no pague ningún tipo de impuesto y haga lo que me dé la real gana con él, pues ya lo tengo etiquetado como “mi dinero negro”.

Los españoles primero adquirimos el apellido paterno de “Europeos” y eso nos llenó de gozo en su momento; sin embargo ahora estamos adoptando el segundo apellido: “Estraperlistas”.
¿Podremos salir algún día de la situación en que nos han metido si inscribimos en nuestro Libro de Familia el apellido materno?

A pesar de ser dos palabras que más bien pertenecían ya al cementerio de las palabras olvidadas, lamentablemente tienen más actualidad que nunca: La historia siempre se repite.