martes, 11 de septiembre de 2012

Quiero aprender a ser española

Por Ángeles Álvarez Moralejo

Un día en clase una alumna japonesa me sorprendió sobremanera al colocarse frente a mí y espetarme: “Quiero aprender a ser española”. Frente a una aseveración tan rotunda, realmente no supe qué contestarle. Arguyendo a mi quehacer profesional de enseñante tenía que darle una respuesta. Lo primero que me salió de mis labios fue: “Puedo enseñarte lengua, cultura, costumbres, historia, geografía, no sé, incluso gastronomía o cinegética, pero enseñarte a ser española es ardua tarea para mí”.
De alguna manera quise comprender esa ambición desmesurada manifestada por mi alumna. Cuando un estudiante extranjero de español consigue un nivel de lengua alto, tiene la necesidad de pensar, sentir y actuar como un nativo para poder aplicar la gramática y los conocimientos adquiridos de forma pragmática, de manera que si no lo consigue, siente que su conocimiento de la lengua es limitado y se siente fracasado, fracaso que de alguna manera, salpica también al profesor que lo ha formado.
Desde mi punto de vista es completamente imposible que los extranjeros pertenecientes a culturas distantes puedan adquirir un nivel de lengua nativa. ¿Qué es lo que limitará este conocimiento? Pues, la diferencia cultural. Habrá muchas expresiones que no utilizarán nunca, sencillamente porque no se encontrarán jamás ante esas situaciones que implicarían su uso, pues dichas situaciones vienen condicionadas por la idiosincrasia de cada cultura. Por lo tanto a pesar de entender y conocer esas expresiones o estructuras, acabarán olvidánsele por la falta de uso. Sin embargo sí podrá alcanzar un nivel gramatical de perfeccionamiento, ya que las estructuras gramaticales tienen parangón en todas las lenguas.
Por mi experiencia es muy difícil que un estudiante, por ejemplo japonés, explique la situación de una frase propuesta por el profesor acercándose un poco a la situación preconcebida por el mismo cuando la escribió para ser usada en la clase de ELE, y ya no es que no se aproxime, sino que la situación entre ambos están a años-luz la una de la otra. Claro que una misma frase puede ser aplicable a diferentes situaciones (ahí reside la magia de la lengua), pero nunca tan alejadas dentro de la misma cultura.
Estoy segura de que aquella chica japonesa, sabiendo lo que se guisa actualmente en este país, habrá desistido de aquella idea que la obsesionaba.

viernes, 7 de septiembre de 2012

El que ríe el último...

Por Ángeles Álvarez Moralejo

¡Qué veranito! ¡Qué año! ¡Qué situación la que hemos vivido y seguimos viviendo en este país! Al gravísimo problema económico en el que estamos, en manos de la Merkel and company, hay que añadir el desastre natural sufrido por causa de los numerosos incendios que han sido provocados por desalmados y que supone la pérdida de más de 181.000 hectáreas (se dice pronto) de nuestro país, devastadas por las llamas, además de las muertes (lo peor de todo)  y pérdidas materiales ocasionadas por los mismos.
En este ambiente, aparecen monstruos como el de la finca de “Las Quemadillas” que acentúan la angustia general de los españoles. ¿Qué puede llevar a un padre a cometer tan macabro infanticidio? ¿Es que la gente se está volviendo loca? ¿Es que está envenenada? ¿Es que la situación está llevando a las personas a cometer actos jamás pensados por una mente humana? Pienso que todos los males de esta sociedad tendrían una solución si nos dedicáramos más a educar, para que luego venga el gobierno e imponga recortes en algo tan esencial como es la educación del pueblo. ¿En qué piensan estos gobernantes de a cuarto? ¿Cómo podremos salir de la miseria si obligamos a nuestros jóvenes cualificados y preparados a emigrar a otros países para que se beneficien otros del bienhacer de nuestros intelectuales, científicos, investigadores, etc.?
¿Qué futuro nos espera sin personas que tengan los conocimientos adecuados para tirar del carro y poner sobre la mesa soluciones?
Tal vez podamos salir, algún día, del problema económico, pero ¿cuándo se curarán las heridas provocadas en el corazón de la gente como causa de la desesperación que conlleva el no tener recurso alguno para vivir? No será nada fácil. ¿Qué hemos hecho los españoles para merecer esto?
La vida nos tiene que enseñar que sólo con una educación adecuada, igual para todos, podemos generar en cada uno el esfuerzo, la dedicación, la voluntad y la paciencia suficiente para poder superar los retos futuros que nos aguardan. Tenemos un ejemplo claro en nuestros paralímpicos, que están batiendo récords y colgándose un montón de medallas.
En conclusión, los aparentemente débiles son los más fuertes. Ahora somos los últimos de la cola en Europa, débiles frente a Alemania o Francia, pero la esperanza está en “El que ríe el último, rie mejor”.