Tras
oír las noticias de la mañana y comprobar que al contrario de animarnos, nos
provocan más incertidumbre, se me ha plantado en la cabeza la palabra “trueque”.
Sí,
seguramente, debido a mi ignorancia en términos económicos por más que me
esfuerce en poder comprender todo lo que pasa con la prima de riesgo, con la
caída de los bancos, con el tema del rescate, etc.; sea la
única solución a la situación actual de España. ¿Tendremos que volver al
trueque? Probablemente esto no deberíamos descartarlo y tengamos que volver a
intercambiar objetos o servicios sin lo que nació, como una panacea, para
solventar los problemas económicos a tanta gente que soñaba con una vida
paradisíaca y que se llamó “Euro”: “Te doy unas gallinas por una zafra de
aceite”, “Te doy un cordero a cambio de que me hagas unas sandalias con su
piel”, “Te doy un chorizo por unas aspirinas”… ¿Qué nos darán a los profesores
a cambio de nuestras lecciones?
Por
otro lado no debemos obviar otra palabra importante en este tema y que, según
mi opinión, es el origen de ese futuro “trueque”. Es el “estraperlo”, término
que no será futuro, sino que ya es presente.
Situación a la que nos están llevando los diferentes gobiernos que
engloban esa entidad “mágica”, llamada Unión Europea.
Al contrario del trueque,
que surge de una necesidad vital a falta de recursos económicos y básicos para
la vida de cualquier mortal, el estraperlo viene provocado e impuesto por la
falta de gestión y compromiso social de nuestro gobierno. Claro, si los bancos
caen, corro el riesgo de quedarme sin los ahorros que tanto me ha costado
reunir. También es una actitud lógica (o necesidad vital, llamémoslo como queramos) que lo saque y lo meta debajo de una
baldosa de mi habitación, no pague ningún tipo de impuesto y haga lo que me dé
la real gana con él, pues ya lo tengo etiquetado como “mi dinero negro”.
Los
españoles primero adquirimos el apellido paterno de “Europeos” y eso nos llenó
de gozo en su momento; sin embargo ahora estamos adoptando el segundo apellido:
“Estraperlistas”.
¿Podremos
salir algún día de la situación en que nos han metido si inscribimos en nuestro
Libro de Familia el apellido materno?
A
pesar de ser dos palabras que más bien pertenecían ya al cementerio de las
palabras olvidadas, lamentablemente tienen más actualidad que nunca: La historia
siempre se repite.