Estaba
un día en clase intentando explicar algunas preposiciones y entre otros verbos
estábamos usando el verbo “sentarse”, un verbo transitivo, cuyo uso más
frecuente es la forma pronominal, que es de gran utilidad para los estudiantes
ya que es la primera acción que realizan al entrar en la clase y, en el caso de
algunos, porque parece que están siempre cansados y, claro, deben saber el
vocablo que les permitirá salir de esa agonía que supone el sufrir un cansancio
continuado.
Bien,
sigamos con el tema en cuestión. A fin de que aprendieran el uso de diferentes
preposiciones, se me ocurrió proponerles las siguientes: a, en, con, sobre, sin y entre. Al mismo tiempo les di ejemplos de
las mismas para que fueran familiarizándose con su uso:
-
En clase
me siento en el pupitre.
-
Para comer
nos sentamos a la mesa.
-
Me senté sobre el cojín de la silla.
-
Se sienta con su novia en la clase.
-
Me senté sin almohadilla en la plaza de toros.
-
Me siento entre Juan y María.
Cuando
terminé la explicación les pedí que para el día siguiente tenían que traer una
situación vivida en lo que les quedaba de día, usando el verbo “sentarse” y
teniendo en cuenta los ejemplos anteriores.
Al
día siguiente comienzan a exponer su situación:
Un
chico nos explicó que había quedado con
una chica, a la que pretendía seducir, para tomar un café. Había elegido la
cafetería más fashion de la ciudad.
Tras haber tomado el café, se levantó para pagar al camarero en la barra, pero
cuando echó mano a su bolsillo para sacar la cartera, se dio cuenta de que con
los nervios se la había olvidado en casa. Volvió a la mesa con un gesto
perplejo y, continuó diciendo “me sentí
frente a ella con la intención de explicarle que no podía invitarla dado que
había olvidado llevar mi cartera”.
Este
chico, claramente, confundió el verbo “sentirse” por “sentarse”. Tal vez fue
causa de ese sentimiento de vergüenza que le invadió al comprobar que no tenía
dinero.
Otro
chico nos contó que había visto un partido de fútbol en su casa con unos
amigos, que eran muchos y que como su casa no era demasiado grande, que se habían
sentado unos en el sofá, otros en sillas, otros en el suelo y que él se había
sentado sobre los cojones en el suelo.
A
pesar de haber usado perfectamente el verbo tanto en su significado como en su
conjugación y uso, lo traicionó la confusión del sustantivo, y en lugar de usar en la segunda sílaba la vocal “i”, colocó
la “o”, dando lugar al sarcasmo general de la clase.
Una
chica confundió el verbo “sentarse” con el verbo “sentar” y nos dijo
textualmente: “Tomar café por la mañana me
sienta muy bien”. En este caso la confusión es sintáctica al no ver
claramente cuál es el sujeto de la oración.
Podéis
pensar que el profesor frente a estas situaciones se sentirá (sentirse) frustrado, pues hay que
reconocer que un poco; sin embargo siempre le queda el consuelo de que con los
errores se asimilan definitivamente las estructuras nuevas. Lo positivo de todo
esto es que el alumno se atreva a usar lo que va aprendiendo, de esa manera se
dará cuenta de si lo hace bien o, por el contrario, al abrir la boca crea
chistes.
De
cualquier manera a los estudiantes siempre se les puede corregir de sus
errores. No sucede lo mismo con muchos nativos que los cometen, incluso más
graves, y que no producen ningún tipo de risa, o si no que se lo pregunten a
cualquier andaluz que usaría el imperativo “Sentarse
todos”, o como nos dejó Lola Flores en una de sus frases lapidarias el día
de la boda de su hija, frente al agobio sufrido por la cantidad de personas
invitadas por ella misma a tal evento: “Si me queréis bien, irse todos”, ¡Menos mal que no dijo “sentarse todos”!