jueves, 24 de enero de 2013

"TENGO UN DOLOR QUE NO DUELE"

Por Ángeles Álvarez Moralejo



Viviendo como estamos en la época de la tecnología y el avance, ¿Quién le iba a decir a Santa Teresa de Jesús que en pleno siglo XXI le iba a salir un fuerte competidor a la hora de crear paradojas?
Ayer en el encuentro que tuvo el Real Madrid con el Valencia, en un choque con su compañero de equipo Arbeloa, Casillas, nuestro admirado y querido guardamenta se lesionó un dedo y tuvo que ser sustituido, una vez más, por Adán. Parece que tiene, últimamente, la negra; pues cuando no es por alguna decisión estúpida de su entrenador que decide, “sin comérselo ni bebérselo”, dejarlo en el banquillo, (¿a santo de qué?), pues es por una lesión. Pensaba que Casillas era intocable, inmune e invulnerable, ya que jamás, que yo recuerde, ha estado lesionado, sin embargo ayer le tocó.
Muchas son sus cualidades tanto personal como profesionalmente, sin embargo jamás pensé que pudiera hacerle competencia a la mismísima Santa en eso de las paradojas (¡Siempre sorprendiéndonos, querido!). En una entrevista posterior al partido, soltó: “Tengo un dolor que no duele” ¡Bravo, Casillas! Ojalá se le hubiera ocurrido a la de Ávila y no nos hubiera dejado esa frase prototípica y manida de la paradoja: “Vivo sin vivir en mí, y tan larga vida espero, que muero porque no muero”
Estoy segura de que después de esto, la frase de la Santa quedará en el olvido y en todos los libros de textos escolares aparecerá la de Casillas, no en vano es mucho más famoso o si no que se lo pregunten a los niños. Jamás van a olvidar lo que es una paradoja bien hecha.
Ahora entiendo porque para todos es San Casillas.
Casillas, ese dolor que no te duele nos duele a todos ¡Y mucho!

viernes, 18 de enero de 2013

Por Ángeles Álvarez Moralejo

YO   SAQUÉ EL CARNET DE CONDUCIR EN LA AUTOESCUELA JAVA


Cuando navegas por internet a fin de encontrar respuestas que te ayuden a pasar el examen tanto teórico como práctico del carnet de conducir, te das cuenta de lo que se teje en ese mundo en función de los intereses de cada persona.
Este mundo para mí era totalmente desconocido pues jamás en toda mi larga vida me había dado por sacar el carnet de conducir y mucho menos de conducir mi propio coche ¡Con lo bien que se viaja de copiloto o aprovechando los medios de comunicación tan estupendos (única cosa, creo) que tenemos en este país y más en una ciudad como Madrid! Sin embargo, supongo que son etapas de la vida, un buen día     del 2012, se me plantó en la cabeza la idea de comprar un coche, pero, claro, para ello tenía que tener carnet. Pues ¡manos a la obra! De manera totalmente fortuita, después de haber hecho averiguaciones para que la autoescuela elegida estuviera próxima a mi lugar de trabajo, por aquello del tiempo disponible, del cual disfruto muy poco, alguien me dijo que había una en el Paseo de las Delicias; la verdad es que no está tan cerca de mi trabajo como esperaba, pero  tenía tantas ganas de matricularme que me acerqué una buena tarde a informarme sobre el asunto. Además pensé que si iba paseando todos los días, unos 40 minutos, mataría dos pájaros de un tiro: pues además de prepararme para dicho objetivo, podría contrarrestar mi colesterol. Cuando llegué me metí en una tienda de compra y venta de oro; no, allí no era, lo que sucede es que dicha autoescuela comparte portal con dicho local. Subí unas escaleritas y allí me atendió Aurora que me informó de manera clara y contundente y sin hacer demasiadas preguntas, fui al cajero para sacar dinero y hacer la matrícula inmediatamente, (las cosas en caliente son mejores). Empecé enseguida a leerme el código, que me facilitaron con la matrícula. Cuando se lo comenté a mi profesor de clases teóricas, me dijo que nadie se leía el código, pues yo lo hice y no una vez sino tres. Tengo que reconocer que fui muy pocos días a la clase teórica (por falta de tiempo), pero los días que fui me fueron muy útiles, pues mi profesor, Julián, lo explicaba de manera tan fácil, dinámica, clara y relajada que empecé a tomarle gusto a eso de la Seguridad Vial. Se recomienda ir a las clases teóricas, pero en mi caso fui cuatro veces contadas, sin embargo me dieron acceso para que hiciera test en la página de JAVA a través de Internet, por lo que todos los días y de manera constante me pasaba las horas muertas en mi casa (renunciando a muchas cosas) haciendo test, test, test… Cuando pensé que ya los dominaba más o menos con los dibujitos (distancias, velocidades, tipos de vehículo, pesos, medidas, señales, etc.)  que me marqué en un cuaderno, decidí ir al examen y aprobé.
Ahora tenía que empezar a hacer prácticas, ¡tenía tanta ilusión por ponerme delante de un volante…!. Me asignaron (por pura casualidad y debido a que era agosto y todos estaban de vacaciones) a mi profesor, Javier (víctima, como yo, de regentar una Pyme, personas que no tenemos derecho a vacaciones ni siquiera en verano), que iba a ser el responsable de que no tuviera miedo al coche, pero sí de que le tuviera respeto, “Recuerda que nunca vas sola” me decía constantemente. Al principio fue un sinvivir, eran tantas las cosas que debía tener en cuenta que me daba la impresión de que nunca podría sacar el carnet. “Mira los espejos, vuelve a mirarlos”, “Guarda la distancia lateral y frontal”, “Anticípate” “Señala todas las maniobras”, “Observa las señales” “Paso de peatones” “Resalto”, “Cambia de marcha” “Pisa el embrague a fondo” “Ayúdate con el embrague” “Pisa antes el acelerador” “Suelta poco a poco el embrague”, “Reduce” “Cambia de marcha” “Cambia de carril suavemente, pero con decisión” “Suelta primero embrague” “Si no ves en un stop, hazlo doble, pero sin invadir”, “¿Has visto a la señora que está detrás?” “¿Pero, no has visto el ceda?”, "¿Por dónde se conduce?"; En fin, muchas son las cosas que hay que tener en cuenta a la hora de conducir un coche; sin embargo toda la gente que me rodea dice que después todo esto es instintivo. Gracias a que la naturaleza humana tiene la capacidad de automatizar las cosas, en este caso, las maniobras, porque de lo contrario nadie sería capaz de poder hacerlo y si “ese puede, yo también” eso es lo que pensaba cuando estaba preparando mi examen práctico y observaba continuamente a todos los conductores y algunos ¡vaya peligro tienen!.
En realidad tengo que darle las gracias a la Autoescuela Java y especialmente a mi profesor Javier, pues gracias a él ahora puedo presumir de tener, por fin, mi ansiado carnet de conducir. Es un profesor de los que me gustan: estricto, noble, simpático, generoso, pero también un poco duro, un profesor a la vieja usanza,  que demuestra una gran profesionalidad. He tenido muchos profesores en mi vida, y curiosamente recuerdo muy especialmente a aquellos que me hicieron sufrir, pero que me enseñaron; a los “blandos” apenas los recuerdas con el tiempo.
Por otro lado no debemos quejarnos si nos suspenden porque nos hemos saltado un stop, o varios; si entramos en un carril de aceleración en cuarta y no reducimos o si al hacerlo metemos primera porque “se me ha puesto dura”, como diría mi querida compañera de automoción, Dilma (ecuatoriana); si algún peatón tiene que dar un salto en un paso en el que tiene prioridad; si está lloviendo y nos imaginamos la calzada, ya que desconocemos que existen los limpiaparabrisas; si al desplazarnos a cualquiera de los lados no miramos antes por el retrovisor y nos aseguramos de que podemos hacerlo en condiciones de seguridad, etc, etc. Son muchos los fallos que cometemos en el examen y que, por muy bondadosos que sean los examinadores no podrían pasarnos el examen ya que estarían pariendo a suicidas en la carretera cuando en realidad lo que pretenden es que las personas aptas para conducir al menos sepan qué es la conducción.
Es cierto que “cada uno habla de la feria como le va en ella”, o al menos eso dice el refrán popular; sin embargo y a pesar de no tener relación personal alguna con la Autoescuela Java, tengo que decir que lo que rige la vida y manda el devenir del futuro es la honradez, HONRADEZ con mayúsculas y eso sí podemos aplicárselo a JAVA. Ellos no pueden hacer milagros, pero el que quiere, es constante y escucha, al menos allí, no se sentirá engañado.
Lo que me espera en el futuro es llevar al fantasma de mi profesor Javier en la cabeza repitiéndome todas esas frases que no por manidas son insignificantes, sino que serán esas frases que tendré que recordar y ejecutar cuando algún día me siente al volante de mi coche, a fin de no crear peligro en la carretera y de preservar no solo mi integridad física sino también la de los demás. ¡Gracias Javier!